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La nota al pie de la nota al pie

Thursday, July 13, 2006

La ciudad y el antisentimentalismo-Olivari-

Ana Ojeda Bär y Rocco Carbone reproducen en su “Estudio preliminar” un censo que refleja que la ciudad de Buenos Aires en sólo cincuenta años duplicó su población, lo que se debe al gran avance inmigratorio: “Un desarrollo vertiginoso que, en pocas décadas, modificó las características físicas, étnicas, lingüísticas y culturales de la ciudad. Al mismo tiempo generó una excesiva concentración urbana, en la que la colectividad hizo valer su propia contribución, provocando una desordenada mezcla social (...)”[1]. La eclosión urbana provocó en el campo de las letras distintas representaciones de la ciudad. En Borges, por ejemplo, la ciudad es la ciudad de los barrios lejanos, y la propia experiencia de ciudad, en Girondo, la ciudad es la velocidad, y la modernidad, en Carriego, la ciudad implica lo que hay evitar, frente a los barrios que es donde se preserva lo bueno.
En cambio, en Nicolás Olivari, lo urbano aparece como una degradación de lo sublime: la mujer trabajadora, sucia, tísica, prostituta, infiel; el poeta “alquilando su pluma”-como dicen Bär y Carbone-; la fragmentación de la mirada; lo artificioso en todos los aspectos-la vestimenta, el maquillaje, las metáforas sobre el cuerpo, etc- el lenguaje corriente y coloquial, quizá vulgarizante.

Nicolás Olivari propone una experiencia de ciudad que está muy relacionada con el mundo mercantil. En ese sentido, la mirada sentimental de autores como Carriego no tiene lugar. Un referencia directa a esto es el poema “La costurerita que dio aquel mal paso”[2], en que la costurerita de Carriego, se ha mudado a un “pisito” en un “barrio apartado”, recibe lujos como collares de perlas y bombones de “viejos que no la molestan mucho”. El mal paso del título y del poema de Carriego, que podría entenderse como un “trastabilleo”, o un “paso en falso”, en la tercera estrofa se convierte –gracias al recurso de la alteración del orden sintáctico, que pareciera tener implicancias sobre la alteración del orden moral- en un “paso malvado”, es decir con malas intenciones. En esa misma estrofa, aclara Olivari, que si no se ‘hubiese convertido en malvada’, estaría “tísica”, la enfermedad de la mujer porque es puro cuerpo[3], no es etérea ni inmaculada como en Carriego, Lugones, u otros de la corriente más sentimental.
La mujer, no sólo no es incorpórea, de belleza ideal, esposa y madre sino que es puro cuerpo: es terrenal, y se dedica como profesión a los placeres terrenales: La mujer no sólo está en la calle sino que trabaja en la calle, y lucra con su cuerpo. La poesía de Olivari está saturada de prostitutas. Por lo tanto, esta mujer, es vista sólo como cuerpo, pero pintado, preparado, para intercambiarlo por dinero: imitado, en algunos poemas, esa mujer está formada por elementos fríos y duros pero que revisten lujo y dinero –en “Artificial”, por ejemplo: mujer de “ojos brillantes”, “corazón de oro”, “pintada como una porcelana”, etc- en otros, está animalizada -por ejemplo en “La negra olvidada en la lechería”, que tiene una “lengua ofídica”- y en otros casos, está maquillada, o usa elementos que copian lo natural para cubrir la edad -como en “La musa de la mala pata” que usa “dientes postizos”, o “cold-cream rosado” para las arrugas.
Hay gran cantidad de mujeres trabajadoras: la obrera, la dactilógrafa aparecen junto a la prostituta como personajes . Estas mujeres nos son bellas, no tienen cuerpos deseables como las prostitutas, sino que están generalmente enfermas, descriptas a partir del oximoron, o la animalización o la cosificación, como en “La dactilógrafa tuberculosa” que es una “doncella (es decir, una virgen) tísica y asexuada”, con “senos inapetentes”, con “cara granulada”, que es una “pobre yegua flaca” “con los dedos como espátulas”.
Aquí se puede apreciar también el distanciamiento de escritores sentimentales, en donde la tuberculosis era una enfermedad romántica[4], cubierta de heroísmo. La descripción de estas mujeresoscila entre esta enfermedady la asociación con lo animal, por ejemplo en el poema “Mi mujer”, en que la esposa del yo lírico está asociada a una vaca “olorosa a leche agria”, es decir que ni siquiera se la relacionaría con una madre. En este poema también se puede ver un rasgo fundamental que tiene que ver con los uso coloquiales del lenguaje que realiza Olivari –“Me animalizastes a tu nivel”- que tendría por efecto degradar el lenguaje poético, teniendo en cuenta que ya había degradado todas las representaciones de mujer, de trabajo, de ciudad, de enfermedad.

Siguiendo a Bajtin[5], esto podría pensarse como carnavalesco, ya que estaría enalteciendo ‘lo bajo’, o trayendo a ‘lo alto’ elementos de ‘lo bajo’ a partir de estilizaciones, parodia y citas con efectos humorísticos, pero también con una idea crítica respecto de la sociedad y la ciudad moderna. En 1924, definiendo al grupo de Boedo, Barletta y Olivari dijeron que “la literatura debía ‘contener la nota agria de la verdad dicha sin limitaciones y el sollozo sordo de la miseria y el dolor’ oponiéndose así a una ‘literatura falsa, romántica y hueca’”[6]. Así se distancian también en textos no ficcionales de las otras corrientes literarias de la época, representadas principalmente por el grupo de Florida, pero también por los autores de letras de tango, y novelas folletinescas, donde lo sentimental -lo “rosa”[7]- reina.

En este sentido resulta operativo revisar el aparato paratextual de estos tres libros, sobre todo los prólogos y dedicatorias. En La amada infiel, el libro está dedicado a “las compañías de tranvías Anglo-Argentino y Lacroze, en cuyos mugrientos y faraónicos coches, transcurren oscuramente las mejores horas de mi alegre juventud”. Respecto de la ciudad, salta a la vista la palabra tranvía, transporte urbano por excelencia de los años ’20 y ’30. Lo interesante está en los oxímoron que arman pares grotescos: “mugriento” junto a “faraónico”, “oscuro” al lado de las “mejores horas” -en clara referencia a la diversión a partir de lo prohibido por lo moral- y juventud.
En La musa de la mala pata su dedicatoria pone aún más en escena este trastocamiento: su libro está catalogado de “grotesco, rabioso e inútil”, está consagrado a “los empleados de Comercio de la Ciudad”,que se adjetivan como “pobres seres canijos y dispépticos que nunca conocieron el amor” y que para vivirlo, lo deben hacer a través del artificio del “”cinematógrafo”. Estos empleados, se diiferencian mucho del yo lírico luego propuesto, ya que éstos tienen elementos para escribir, pero no los usan ‘poéticamente’: “limpian sus lapiceras en el lamentable relieve de sus traseros afilados por la inminencia de la patada patronal”. En esta dedicatoria se ve claramente el uso de la sátira y la mezcla de opuestos con efectos humorísticos que propone Bajtin.
En El gato escaldado en el texto previo a los poemas llamado “Palabras que se lleva el viento” Olivari define a la poesía como “ictericia” para luego explicitar que “Mezclar en la antinomia del lirismo puro los elementos de la realidad, exagerados hasta la irrealidad para quitarles su sabor a fábrica, será la labor única y suprema”, poniendo aún más de relieve sus procedimientos literarios de mezcla y yuxtaposición de opuestos y su compromiso con el ‘contar la verdad’ antes trascripto. Respecto de la ciudad, habla de “la decadencia respirable en que nos toca vivir”.
Pareciera hacer un manifiesto de su poética: “Menester será romper la carne y con sus filamentos aderezar lo sentido. El lirismo usado hasta ahora es bobalicón y miedoso. (...) Está ya agrietado y maquillado con los abundantes cold-creams de los academicismos. Su vejez es espantosa y repugnante ante las nuevas fórmulas.”
Aquí está criticando a la escritura sentimental y hablando de la propia, pero es sugestiva la sátira sobre la mujer, la vejez, el trabajo que pareciera no sólo una ironización sobre la urbanidad sino también de esa representación escrita de la mujer,que se puede leer en autores modernistas como Lugones, que la pintaban etérea.

La referencia urbana en Olivari está mediada por estas representaciones mercantilizadas de mujer, de cuerpo, de enfermedad. La ciudad es grotesca, subvierte lo alto y enaltece lo bajo, degrada lo sublime hasta convertirlo en algo excrementicio, convierte en objeto artificial a la juventud que se propugnaba desde la literatura sentimental. La ciudad está colmada de ironía, de sátira y de parodias.


[1] Olivari Nicolás. Poesías 1920-1930.La amada infiel. La musa de la mala pata. El gato escaldado, Buenos Aires, Malas Palabras Bucks Colección Pingüe Patrimonio, 2005
[2] Olivari, Ibid. Página 62
[3] Farías, Alejandro, “Mujer, muerte y ciudad en Nicolás Olivari” en El interpretador, número 2, mayo 2004 (http://www.elinterpretador.net/)
[4] Farías, Ibid
[5] Bajtin, Mijail, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, Barcelona, Barral, 1971
[6] Bär y Carbone, op.cit.
[7] Es de notar el tono irónico que adquieren los poemas en estos libros cuando aparecen personajes vestidos o adornados con el color rosa, que remite a las doncellas de las novelas sentimentales.


Bibliografía:
· Bajtin, Mijail, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, Barcelona, Barral, 1971

· Farías, Alejandro, “Mujer, muerte y ciudad en Nicolás Olivari” en El interpretador, número 2, mayo 2004 (http://www.elinterpretador.net/)

· Olivari Nicolás. Poesías 1920-1930.la amada infiel. La musa de la mala pata. El gato escaldado, Buenos Aires, Malas Palabras Bucks Colección Pingüe Patrimonio, 2005

· Romano, Eduardo, “Transgresión y grotesco en la poesía de Nicolás Olivari” en Las huellas de la imaginación, Buenos Aires, Punto Sur, 1990

· Sarlo, Beatriz, Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Visión, 1988

Gabriela Szmulewicz

3 Comments:

Blogger Darío said...

Mucha ropa!!! ¡Queremos pornografía!!!

1:06 PM  
Blogger La que analiza Todo said...

Je...

6:54 AM  
Anonymous Anonymous said...

Me pregunto si alguna vez tendre el valor de reconocerme una persona realmente avida para la lectura leyendo todo este post!

11:00 PM  

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